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`Aita Tettauen´. El Episodio Nacional de las tres culturas

desde 30/04/2020
hasta 11/05/2020

Nueva sección en la que periódicamente se publican reseñas de obras destacadas de la literatura mediterránea y de autores procedentes de países de la cuenca mediterránea. Esta tercera entrega está dedicada a Aita Tettaouen, —sexta novela de  la cuarta serie de los Episodios Nacionales de Pérez Galdós— que se centra en la llamada Guerra de Tetuán (1859-1860).

Si 2020 estaba destinado a ser el año Galdós, por cuanto se conmemora el centenario de la muerte del escritor (1843-1920), el confinamiento impuesto por la alerta sanitaria y el acceso de manera sencilla y gratuita a su obra, lo han impulsado al puesto de autor más descargado de la Red Municipal de Bibliotecas de Sevilla durante el pasado mes de marzo. En concreto, han sido dos títulos de la primera serie de sus Episodios Nacionales, Trafalgar y Bailén, las que ocupan los primeros lugares entre los libros más solicitados. De entre las 46 novelas históricas que componen esta magna obra, los estudiosos o meros interesados en las relaciones entre España y Marruecos pueden rendir su particular tributo al gran escritor a través de la lectura de Aita Tettaouen, —sexta novela de  la cuarta serie de los Episodios Nacionales— que se centra en la llamada Guerra de Tetuán (1859-1860), también conocida en la historiografía española como la guerra de África.

Aita Tettaouen recoge los hechos históricos que tuvieron lugar entre la declaración de guerra a Marruecos por parte del gobierno de O’Donnell el 12 de octubre de 1859 , cuando ocupaba el trono de España la reina Isabel II, y la toma de la ciudad marroquí de Tetuán por las tropas españolas el 6 de febrero de 1860. Dividida en cuatro partes, es destacable la diversidad de perspectivas que presenta, apuntalada incluso por la introducción de diferentes voces —representadas por un cristiano, un musulmán y una judía—, lo que ha llevado a algunos a denominarlo el episodio de las tres culturas.

La primera parte refleja el fervor patriótico que recorrió la espina dorsal de la sociedad española tras la declaración de guerra al vecino del sur. No pierde ocasión Benito Pérez Galdós de apuntar los motivos por los que O’Donnell decidió entrar en batalla, habida cuenta de que el agravio “no era de los que piden reparación de sangre”: “Fueron los españoles a la guerra porque necesitaban gallear un poquito ante Europa y dar al sentimiento público, en el interior, un alimento sano y reconstituyente. (…) El general O’Donnell (…), imitador de Napoleón III, buscaba en la gloria militar un medio de integración de la nacionalidad (…)”.

María Rosa de Madariaga, especialista en relaciones hispano-marroquíes, coincide en señalar factores externos e internos como los principales desencadenantes de la guerra de África en su ilustrativa Historia de Marruecos (Los Libros de la Catarata, 2017), punto de partida indispensable para cualquier interesado en el tema. Para esta historiadora, de un lado, las aspiraciones coloniales de España se habían visto espoleadas por la ocupación francesa de Argel en 1830 y la progresiva conquista del territorio del país en años sucesivos. Por otro lado, el descrédito que plagaba al gobierno español como consecuencia de una serie de escándalos de malversación de fondos, hicieron que el general  considerara la guerra como algo providencial a la hora de prevenir un nuevo pronunciamiento militar con el pretexto de “salvar a la patria”. Así, O’Donnell “(…) pensó que mantenerlos ocupados en una empresa exterior les apartaría de sus arraigadas inclinaciones golpistas” (p. 101). De Madariaga destaca asimismo el importantísimo papel desempeñado por la prensa en la “intoxicación de las masas”.

La parte segunda narra los sucesos que tuvieron lugar entre el desembarco de las tropas españolas en Ceuta y la llegada al Valle de Tetuán, recorrido que sirve para representar la transformación del protagonista de la obra y plasmar los principales argumentos a favor de las tesis pacifistas. Así, Juan Santiuste encarna el tránsito entre la idealización de la guerra y la realidad dura inherente a cualquier conflicto. Su ardiente patriotismo se torna en implacable pacifismo e, incluso, en humanismo: “La guerra, vista en realidad, se me ha hecho tan odiosa como bella se me representaba cuando de ella me enamoré por las lecturas”. “(…) yo sostengo que la guerra es un juego estúpido, contrario a la ley de Dios y a la misma Naturaleza. Yo te aseguro que al ver en estos días el sinnúmero de muertos destrozados por las balas, no he sentido más lástima de los españoles que de los moros”.

Cabe señalar, asimismo, en esta segunda parte, el minucioso relato que realiza Galdós sobre los enfrentamientos, batallas, escaramuzas, avituallamientos y otros menesteres bélicos que jalonaron el camino del ejército español hasta Tetuán, ciudad que el escritor visitó personalmente, al igual que Tánger, en su trabajo de documentación para preparar este episodio. Este método fue empleado por el autor a lo largo de toda la obra e incluía, cuando ello era posible, entrevistas con testigos presenciales de los hechos o sus descendientes directos, lo que, sin duda, confiere a los episodios ese aire de crónica histórica real.

La tercera parte sitúa la acción en la ciudad de Tetuán poco antes de la entrada de las tropas españolas. El autor le da un giro profundo a la estructura de la novela al cambiar de narrador. Así, la historia pasa a ser contada por el musulmán converso Sidi El Hach Mohammed Ben Sur el Nasiry a modo de epístola dirigida al Cherif Sidi El Hach Mohammed Ben Jaher El Zebdy. Sin duda, Galdós tuvo que documentarse ampliamente de las crónicas árabes, ya que reproduce fielmente el estilo de las mismas, utilizando las invocaciones, modismos y expresiones propias de éstas y empleando incluso la fecha del calendario musulmán o islámico al inicio del relato —mes de Rayab de 1276—. El Nasiry cuenta pues los hechos por él presenciados desde que los españoles aparecieron en el valle de Tetuán, produciendo un interesantísimo relato de la contienda entre los dos ejércitos desde el punto de vista de un marroquí. Cabe señalar el lugar central que ocupa la comunidad judía en esta crónica, en la que no faltan estereotipos, pero en la que se resalta la relevante posición de la misma en la sociedad tetuaní. Otro aspecto reseñable es el empleo que hace Galdós del judeoespañol o ladino, idioma empleado por la población judía sefardí tras la expulsión de España en 1492 y que en la novela se pone en boca de los judíos de Tetuán.

En la cuarta y última parte, fechada en Tetuán entre enero y febrero de 1860, el narrador basa su relato en los “datos y noticias” de la judía Mazaltob, una celestina tetuaní que desempeña un papel relevante en los amoríos entre Santiuste y una joven de la comunidad sefardí. Descubre aquí el joven español una ciudad diversa y tolerante en la que “(…) si moros y judíos se peleaban por cuestiones de ochavos, nunca lo hacían por motivos religiosos: sinagogas y mezquitas funcionaban con absoluta independencia y recíproco respeto de sus venerados ritos”. Si bien la novela termina con la entrada de las tropas españolas en la ciudad, la trama de la misma continúa durante los doce primeros capítulos del siguiente Episodio Nacional de la cuarta serie, Carlos VI en la Rápita.

Encontramos pues en Aita Tettaouen un fascinante relato de uno de los capítulos más significativos en las complicadas, volátiles, inevitables y siempre deseables relaciones entre España y Marruecos. Mientras que la guerra de Tetuán afianzó el gobierno de O’Donnell y la presencia española en el norte de África, para Marruecos, derrotado y endeudado, “significó una verdadera catástrofe (…), una terrible hecatombe que contribuiría a sumir aún más al país en una dependencia política y financiera del extranjero” (María Rosa de Madariaga, Historia de Marruecos, p. 103). El Episodio Nacional de las tres culturas refleja la necesidad histórica y geográfica de estas relaciones en las palabras del viejo Ansúrez, portavoz, como muchos otros personajes galdosianos, de la sensatez tantas veces puesta en boca de la gente llana: “(…) el moro y el español son más hermanos de lo que parece. Quiten un poco de religión, quiten otro poco de lengua, y el parentesco y aire de familia saltan a los ojos. ¿Qué es el moro más que un español mahometano? ¿Y cuántos españoles vemos que son moros con disfraz de cristianos? (…)  esta guerra que ahora emprendemos es un poquito guerra civil (…)”.

Aita Tettaouen puede descargarse fácilmente en la Red Municipal de Bibliotecas de Sevilla, buscando el título en la sección de libros electrónicos y arrastrándolo hasta la cesta que aparece en el rectángulo de descargas, desde donde se descarga al ordenador en formato Zip comprimido, a través de este enlace.

 

Por Natalia Arce