“Hay momentos en que la ausencia de mi padre resulta tan pesada como un niño sentado sobre mi pecho”. Estas palabras dan comienzo a una de las obras de Hisham Matar, finalista del Man Booker Prize en 2006 por su primera novela Solo en el mundo y ganador asimismo de prestigiosos galardones internacionales. Su trabajo más reciente, El regreso, ha sido elogiado unánimemente por la crítica anglosajona y acaba de publicarse en español en la editorial Salamandra.
La figura del padre y su obligada ausencia permean en efecto la obra de un autor que para el diario The Times está haciendo “por la experiencia árabe lo que otros como Salman Rushdie han hecho por el sub-continente (indio)”. Hisham Matar nació en Nueva York en 1970 de padres libios, en un momento en que su progenitor, Jaballa Matar, ejercía como secretario de la Misión Libia ante las Naciones Unidas. Hombre culto y gran amante de la poesía, Jaballa Matar era un alto mando de las fuerzas armadas durante el reinado de Idris I de Libia. Las noticias del golpe de Estado contra el rey, encabezado por el general Muammar al-Gadafi, llegan a Jaballa mientras llevaba a cabo un asunto oficial en la Embajada de Libia en Londres, desde donde se le ordena regresar a su país, es encarcelado y, posteriormente, enviado a Nueva York. El nuevo régimen despachaba al extranjero como diplomáticos subalternos a los cargos más altos del ejército de los que temía deslealtad. Tras dimitir de su puesto de diplomático por razones políticas, Jaballa Matar se convirtió en un próspero hombre de negocios. En 1979 se traslada con su familia a Egipto, pasando a ser una de las figuras más prominentes de la disidencia libia en el exilio. En marzo de 1990 Jaballa es secuestrado por la policía secreta egipcia cuando se encontraba en su piso de El Cairo y entregado a las autoridades libias, que se habían embarcado en una campaña para atrapar a disidentes exiliados desde comienzos de los años 80. Años más tarde, su familia se entera de que había sido encarcelado en la infame prisión de Abu Salim. En el momento de su desaparición, contaba con un campo de entrenamiento en Chad, en la frontera sur de Libia, y varias células clandestinas dentro del propio país.
En El regreso, Hisham Matar utiliza el relato autobiográfico para contar la historia de su padre, de su familia y su propio trayecto vital como presunto huérfano, forzoso exiliado e ineluctable detective, pero también para trazar la historia moderna de su país, tan tumultuosa como desconocida. El punto de partida se sitúa en marzo de 2012, meses después de la caída del dictador libio, cuando Hisham decide regresar a su país de origen tras treinta y tres años de ausencia. A partir de aquí la narración fluye mediante varias tramas que se superponen, solapan y simultanean para crear una crónica emotiva y fascinante, cuya dura carga emocional no le impide convertirse, a ratos, en apasionante thriller político.
La Libia inmediatamente posterior a la caída del “guía de la Revolución” se encuentra en plena ebullición, inmersa en la rueda de la Primavera Árabe, un proceso que los propios coetáneos viven como un momento histórico. Hisham Matar retorna a un país lleno de expectativas y temores, con una sociedad civil que se despereza del letargo con una actividad febril: huelgas, asociaciones, manifestaciones, charlas… son los términos que salpimientan el vocabulario de la nueva Libia. Matar consigue contagiarnos del fervor del momento con magistral pericia. “Todo parecía posible y casi cualquier individuo que me encontraba mezclaba optimismo y malos augurios en la misma exhalación”.
El autor se encuentra asimismo con su familia, incluyendo a algunos de sus tíos y primos excarcelados en los últimos días del régimen de Gadafi, después de más de veinte años en prisión. La liberación de los presos políticos y la apertura de las cárceles por parte de los revolucionarios encienden en el protagonista la esperanza por encontrar a su padre o reconstruir, al menos, los detalles de su vida tras su desaparición. Hisham Matar va recomponiendo así, con paciencia y destreza, las migajas de un puzle cuyas piezas se van elaborando a base de impresiones, conjeturas y vagos testimonios, pero también de algunas evidencias. Con estos mimbres Matar teje la historia de su familia y de su padre que entrelaza con la propia historia de su país desde su “doloroso nacimiento”: el lanzamiento de la campaña colonizadora italiana a principios del siglo pasado, una de las “más violentas en la historia de la represión colonial”; el surgimiento del héroe de la resistencia Omar al-Mukhtar; los campos de concentración instaurados por Mussolini en el país; el censo oficial italiano que cifraba el descenso de población de Cirenaica durante esos años de 225.000 a 142.000 personas…
A lo largo de todo el relato, y mientras el autor describe meticulosamente sus contactos con ONGs, el Foreign Office o los estrambóticos intercambios con el hijo del dictador libio, Saif al-Islam Gadafi, subyace una conmovedora reflexión sobre las relaciones entre padres e hijos, una estremecedora introspección que hace de hilo conductor y combustible de toda la trama. El regreso tiene mucho de homenaje a la figura del padre, aunque el vínculo del autor con su progenitor se vio truncado y complicado aún más por la incertidumbre sobre su paradero y su destino: “Y los padres deben haber sabido, habiendo sido ellos mismos hijos, que la presencia espectral de sus manos permanecerá a lo largo de los años, hasta el final de los tiempos, y que no importa las cargas que se hagan recaer en ese hombro, ni el número de besos que un amante plante allí, (…), el hombro permanecerá siempre fiel, recordando la mano de ese buen hombre que les abrió paso en el mundo”.
Pese a ser su trabajo más reciente, El retorno nos sirve de llave para entender las dos primeras obras de ficción de Hisham Matar. Tanto Historia de una desaparición (Salamandra, 2012) como Solo en el mundo (Salamandra, 2007) toman como punto de partida dos momentos trascendentales en la vida del autor. En la autobiografía se hace incluso referencia al paralelismo entre elementos de ésta y las vidas de sus caracteres inventados, cuando, a punto de llegar a Libia, su madre le pregunta quién está retornando en realidad, si Nuri el-Alfi o Solimán el-Diwani, protagonistas respectivamente de las dos novelas anteriores.
En Historia de una desaparición, la trama es narrada a través de Nuri el-Alfi, un quinceañero libio que se enfrenta al secuestro de su padre mientras se encuentran de vacaciones en Ginebra, a donde se ha desplazado desde el internado donde estudia en el norte de Inglaterra. Aunque el nombre de Libia no aparece en toda la novela, son numerosos los indicios que apuntan a que la familia es originaria de ese país. Nuri pasó parte de su infancia en El Cairo, donde se trasladaron desde un país vecino en el que el rey fue “arrastrado al patio donde le dispararon en la cabeza”. Es entonces cuando su padre, ministro en el gobierno, decide exiliarse. Una vez en Egipto, sus familiares los visitan esporádicamente y por breves periodos, ya que frecuentar a parientes “traidores” puede acarrear represalias en su país de origen…
Tras enviudar de su primera esposa y madre de Nuri, su padre se casa con una joven inglesa de la que el quinceañero está secretamente enamorado. La historia se centra en la vida del joven en el internado tras la desaparición de su padre y contiene innumerables concomitancias con la biografía del propio autor, quien es enviado a estudiar a un internado en Inglaterra, donde deber matricularse, al igual que el protagonista de esta novela, con un nombre falso. El joven se enfrenta a la desaparición de su padre, a la pérdida, en medio de los anhelos de la adolescencia y el convulso camino hacia la madurez. Es inevitable no sentir la angustia del propio Hisham Matar en las palabras de Nuri: “No ha habido un día desde su repentina y misteriosa desaparición que no le haya estado buscando, mirando en los lugares más improbables. Todo y todos, la existencia misma, se han convertido en una evocación, una posibilidad de semblanza”.
Solo en el mundo, el debut literario de Hisham Matar, supuso asimismo su reconocimiento por parte de la crítica, resultando finalista del Man Booker Prize y del The Guardian First Book Award, entre otras distinciones. A sus 24 años, Solimán el-Diwani recuerda su último verano en Trípoli en 1979 con 9 años, pocos meses antes de trasladarse a El Cairo. De nuevo Matar elije un momento clave en su propia vida para dar comienzo a su novela: la familia del autor se exilió a Egipto ese mismo año, cuando éste cuenta la misma edad que el protagonista de la obra. La novela recrea el ambiente de represión y terror que impera en Libia bajo el mandato del autodenominado Guía de la Revolución. Solimán vive las tribulaciones propias de un niño de su edad con sus juegos y rencillas, bajo el amor protector de sus padres, cuando su vecino y, posteriormente su padre, son detenidos por agentes del Comité Revolucionario. Una nueva realidad comienza a trepar entonces alrededor del niño. Señores rudos y maleducados que les persiguen cuando sale de compras con su madre, tipos duros que visitan su casa y dan órdenes a su madre y sus amigos, llamadas telefónicas interceptadas al otro lado de la línea, interrogatorios en las cárceles y ejecuciones transmitidos en directo por televisión…La experiencia traumática de la prisión lleva a su familia a enviarlo a estudiar a El Cairo, desde donde un joven Solimán escribe un relato imbuido de nostalgia por su infancia, su familia y su país.
Exilio, nostalgia, familia, ausencia… son todos elementos que se entrelazan en la obra de este maestro de la evocación, de cuyo trabajo se desprende dolorosa e inexorablemente el terrible coste humano de la existencia bajo un régimen injusto y tirano. Sin duda, una de las más oscuras tiranías consiste en privarnos de conocer el paradero y suerte de alguien querido, porque la intención al hacer desaparecer a alguien no es sólo silenciarlo, sino también “estrechar las mentes de los que deja atrás, pervertir sus almas y limitar su imaginación”. Las tres novelas publicadas hasta ahora funcionan como partes de un puzle que nos ayudan a vislumbrar la tortuosa experiencia vital de un autor desgarrado entre el dolor y la esperanza, pero capaz de transmitir el profundo amor hacia un padre y la belleza de los recuerdos de la infancia y la familia. En una entrevista reciente Hisham Matar expresaba su aspiración por conseguir crear un libro que nos provocara “ese sentido de expansividad que obtenemos de una obra de arte”. Mediante una prosa limpia y fluida y un gran talento narrativo, Matar trasciende su experiencia personal para hacernos sentir, pensar y vibrar con una obra literaria que logra, sin duda, transmitirnos esa expansividad.
Por Natalia Arce
Publicado el 17/02/17
Fotografía destacada de Hisham Matar bajo licencia Creative Commons.