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`Mis últimos 10 minutos y 38 segundos en este extraño mundo´ de Elif Shafak. La amistad en los márgenes de la sociedad

desde 19/05/2020
hasta 24/05/2020
Desde las 08:00

Última novela de la escritora de origen turco Elif Shafak, recién publicada por Lumen.

 

Ficha técnica

Mis últimos 10 minutos y 38 segundos en este extraño mundo

Elif Shafak

Trad. Antonia Martín

Lumen, 202 0

368 páginas

 

El Cementerio de los Solitarios de Kilyos, a una hora en coche del centro de Estambul, es un lugar reservado casi exclusivamente a los malditos. Sus tumbas no tienen lápida, ni tan siquiera un nombre y sólo un número las identifica. Indeseados, excluidos, inadaptados y, en los últimos años, una cifra creciente de cuerpos no identificados —emigrantes ahogados en el Egeo en su intento de entrar en Europa— son acogidos en este camposanto de los marginados. Es en este cementerio donde dan sepultura a la protagonista de Mis últimos 10 minutos y 38 segundos en este extraño mundo, la última novela de la escritora de origen turco Elif Shafak (Estrasburgo, Francia, 1971), finalista del Premio Booker 2019 y que acaba de publicar Lumen. En esta misma editorial han ido apareciendo las traducciones en español de varias de sus obras: Las tres pasiones (2016); El arquitecto del universo (2015); El fruto del honor (2012) y La bastarda de Estambul (2009). 

No es la primera novela que la ensayista, articulista, profesora y activista de los derechos de la mujer publica en inglés, ya que esta “viajera entre ciudades, culturas y lenguas”, como ella misma se define, ha alternado esta lengua con el turco en los 17 libros que ha publicado hasta el momento, de los que 11 son novelas. Elif Shafak, quien tomó el nombre de su madre como apellido de su alias literario, ha ido acumulando reconocimientos desde que recibiera el Premio Rumi en 1998 por su primera novela, Pinhan (The Hidden), galardón concedido a la mejor obra mística en Turquía, país donde ha conseguido ser la autora más leída, al tiempo que se enfrentaba a problemas con la justicia por tratar el tema del genocidio armenio en La bastarda de Estambul, caso que fue finalmente desestimado. Distinguida con la Orden de las Artes y las Letras de la República Francesa, preseleccionada para el Orange Prize y finalista el año pasado del Booker Prize, entre otros premios, Shafak ha conseguido ser una voz aclamada en el panorama literario internacional, pero también una figura respetada como defensora de la libertad de expresión y adalid de las minorías, los inmigrantes, los marginados, la diversidad y la inclusión, tan presentes en su corpus escrito como en sus intervenciones públicas. 

En la génesis de Mis últimos 10 minutos y 38 segundos en este extraño mundo confluyen dos temas que despertaron en la autora intriga y fascinación, según ella misma explica en el vídeo promocional publicado por Penguin Books UK. De un lado, un estudio científico en el que se mostraba que, tras la muerte, cuando el corazón para de latir, el cerebro humano continúa funcionando durante unos cuantos minutos, lo que le hizo preguntarse qué pasaría durante ese tiempo, qué recordaríamos si fuésemos capaces de recordar…Por otro lado, la anonimidad del Cementerio de los Solitarios, ¿quién fue esa gente enterrada allí?, ¿qué historia se esconde tras el número de cada tumba? Shafak evoca un suceso que leyó en un periódico en Estambul hace unos años. Una trabajadora del sexo fue encontrada en un contenedor de basura, tras haber sido brutalmente asesinada y arrojada allí. Y decide convertirla en la protagonista de su novela, una de esos marginados, repudiados por su familia, su pueblo o la sociedad en general, que acaban sepultados en el Cementerio de los Solitarios, y a la que dará un nombre, una individualidad y una historia. La novela narra la vida de Tequila Leila, prostituta y habitante número 7053 del sobrecogedor camposanto. 

La obra se divide en dos partes principales “La mente” y “El cuerpo” y una brevísima tercera que sirve de epílogo. Aunque íntimamente conectadas en cuanto a temática —la segunda parte relata la reacción de los amigos de la protagonista al conocer su muerte—, la primera podría funcionar perfectamente como una novela en sí misma y, de hecho, es en ella donde reside principalmente su fuerza y originalidad. La figura de la prostituta como personaje principal de un relato ha aparecido anteriormente en la literatura de Oriente Próximo, siendo una de las pioneras en situarlas en el centro de sus novelas la escritora egipcia Nawal El Saadawi en su Mujer en punto cero, que apareció en el mundo árabe en los años 70, aunque no se publicó en español hasta 2007, gracias a la editorial Capitán Swing. 

En “La mente”, enfoque y estructura se aúnan para conferir a esta primera parte una atrayente singularidad. Tequila Leila ya está muerta, al menos su corazón paró de latir, pero su mente continúa funcionando. Se encuentra a si misma, a su cuerpo, arrojado dentro de un contenedor metálico a las afueras de Estambul. Los 10 minutos y 38 segundos que permanecerá activo su cerebro le servirán para rememorar los momentos más importantes de su vida, cada minuto, un recuerdo, pero también un aroma o un sabor. Como el gusto salado en su lengua cuando al nacer la introdujeron en un barreño lleno de escamas de sal para provocarle el llanto, una costumbre practicada en su pueblo cuando los bebés permanecían mudos después del parto, en la creencia de que así dejarían de oler como los ángeles y éstos les permitirían unirse al mundo terrenal. Su nacimiento tuvo lugar en 1947 y en los siguientes episodios la protagonista nos contará los detalles de su vida, salpicados de referencias a momentos históricos acontecidos tanto en su Turquía natal, como en otros lugares del mundo, como la invasión de Iraq de 1990, que coincide con el momento de su muerte…

Esta primera parte sirve asimismo para presentar a su grupo de amigos, los inseparables “cinco” que darán sentido a su vida. Éstos representan la diversidad cultural, étnica, lingüística o social que caracteriza a la Turquía contemporánea, pero, sobre todo, personifican a los que viven en los márgenes de la sociedad, repudiados, denostados, incomprendidos y despreciados y que encuentran en su pequeño grupo la solidaridad y comprensión que la sociedad les niega.  Como explica Elif Shafak, “en los países donde hay un declive de la democracia o donde el espacio público es intolerante con la diferencia o la diversidad, la amistad ocupa un lugar muy importante”.  

Son estos cinco los que protagonizan la segunda parte de la obra, donde llegamos a conocerlos mejor, a entender la naturaleza y profundidad de la amistad que los une. Juntos deciden rescatar el cuerpo de Leila del olvido, sacándolo del Cementerio de los Solitarios para llevarlo a un lugar más digno de su amiga, con escenas que recuerdan a los momentos más desesperados y absurdos de La muerte de un burócrata (1968), la famosa película del director cubano Tomás Gutiérrez Alea. 

Pese a la aspereza de las historias de los personajes que desfilan por la última obra de Shafak, hay en ésta mucho de reafirmación de la vida, como lo describe la propia autora, para la que la novela debe servir como “un espacio democrático para representar la diversidad”. Se trata pues de una historia de amistad, pero también de una defensa de la diversidad y la inclusión. Un llamamiento a rescatar a los marginados de los márgenes de la sociedad, aunque sea para que los que han vivido como malditos no perezcan como gélidos números.  

 

Por Natalia Arce

 

La editorial pone a disposición de los lectores un fragmento de esta obra a través del siguiente link

La novela está también disponible en formato audio narrado por Elsa Veiga (duración 11 horas y 13 minutos) y es posible escuchar un fragmento de este audio pinchando aquí.