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Novedades editoriales de Oriente Próximo y el Mediterráneo: Los que tienen miedo de Dima Wannous

Detalles

Comienza:
29 noviembre 2020
Finaliza:
4 diciembre 2020

Los que tienen miedo de Dima Wannous. El terror genético de la sociedad siria.

 

Ficha técnica

Los que tienen miedo

Dima Wannous

Trad. Mohamed El Morabet

Sitara, 2019

284 páginas

Dos relatos paralelos. Dos historias inacabadas. Y, aún así, dos narraciones interdependientes, inextricables, simbióticas. El miedo es su hilo conductor. Un temor tan enraizado que parece atávico, como si nunca se hubiese originado, como si siempre hubiera estado ahí, impregnándolo todo, transmitiéndose de generación en generación. No por casualidad los protagonistas de las dos crónicas que conforman Los que tienen miedo (Sitara, 2019), de la escritora y traductora siria Dima Wannous (Damasco, 1982), frecuentan la consulta de un psiquiatra y dependen de psicotrópicos para alcanzar un cierto equilibrio en su vida diaria… La novela fue finalista del Premio Internacional de Ficción Árabe en 2018 y es la primera de esta autora traducida al español. Fue precisamente el traductor de la obra, el escritor marroquí afincado en España Mohamed El Morabet, que acababa de publicar su primer trabajo en la misma editorial el año anterior —la interesantísima Un solar abandonado— quien llamó la atención de Sitara sobre la calidad de la obra de Wannous, según explicó su editora, Pilar González, durante una entrevista en Casa Árabe en mayo de 2020. 

Licenciada en Literatura Francesa por la Universidad de Damasco, estudios que completó en la Sorbona, donde también se especializó en traducción, y colaboradora en medios de comunicación, tanto en diarios —As-Safir; Al-HayatThe Washington Post—, como en radio y televisión, Dima Wannous es autora de una colección de relatos cortos, Tafasil (Detalles), publicada en 2007 y de la novela Kursi (La Silla) de 2008. Su actividad literaria le ha valido la inclusión en la prestigiosa lista Beirut 39, una compilación de los treinta y nueve escritores árabes más prometedores por debajo de los cuarenta años, seleccionados por el Hay Festival en colaboración con la revista Banipal, donde comparte asiento con algunos de los autores destacados de la literatura árabe contemporánea, como Joumana Haddad o Abdellah Taïa.   

Los que tienen miedo da voz a dos mujeres jóvenes que cuentan su historia en primera persona. Sulaima, pintora, que padece ansiedad y sufre constantes ataques de pánico, conoce en la consulta de su psiquiatra en Damasco a Nasim, médico y escritor, cuyo desorden nervioso se manifiesta en episodios autolesivos en los que se abofetea vigorosamente la cara. Ambos comienzan una relación marcada por la atracción, pero también por el pesado bagaje personal de cada uno. Tras el estallido de la guerra en Siria en 2011, que puso fin a las protestas pro-democráticas que se enmarcaron en la llamada «Primavera Árabe» en la región, Nasim abandona el país y se refugia en Alemania, desde donde envía su última novela a su amante. «El manuscrito de Nasim» conforma el segundo relato, protagonizado por una joven neurasténica a la que la guerra siria ha empujado a Beirut y que ya no es capaz de leer ni de escribir, «Porque todos mis sentidos están puestos en lo que pasa en mi país». Ambas historias avanzan pues en paralelo, la de Sulaima, introspectiva y profunda; la del manuscrito, más cruda y descriptiva; hasta que llegan a confundirse en un imbricado relato en el que poco importa quién es el protagonista porque, como explica la propia Sulaima en referencia a la mujer del manuscrito, «Es verdad que pertenece a una familia diferente y que tiene unos recuerdos totalmente distintos, pero nuestras almas provienen del mismo universo». 

De esta manera se van desgranando uno tras otro los temas principales que contribuyen a gestar ese universo que ha engendrado una sociedad paralizada por el miedo, traumatizada por el pánico, enloquecida por el terror… Porque las experiencias de los personajes de esta novela son sólo las historias de unas cuantas personas entre los 23 millones de sirios «horrorizados». «Todos conformamos una misma historia. Como si se tratase de clones, en el colegio, en las casas, en las calles, en las pocas salas de cine que había en Damasco, en los teatros, en los edificios gubernamentales, hasta convertirnos en una única historia, en copias enfermizas los unos de los otros». 

Los tentáculos de un poder omnímodo se cuelan por las vallas de las escuelas, enseñando a los escolares la esencia del miedo como parte de su primera educación. Una de las profesoras del colegio de Sulaima desapareció «para siempre» después de que su hijo de cinco años arrastrara por accidente el retrato del entonces presidente sirio Hafez al-Asad por el suelo sin que ella se diera cuenta, durante uno de los actos organizados en honor «de nuestro comandante, el de la frente alta».  La propia Sulaima fue interrogada por la monitora de instrucción militar del colegio, lo que le provocó «una debilidad y una fragilidad extremas», ya que no se trataba de un intercambio entre un profesor y un alumno en una institución educativa de un país donde se garantizan los Derechos Humanos básicos: «Supe que mi insignificante vida dependía de las vibraciones emitidas por la voz de la monitora». La escuela servía también para que las hijas de los militares y cargos del partido gobernante sembraran el terror entre las estudiantes. «Sí, el colegio era aquel lugar en el que preparaban a las estudiantes para la vida que les podía esperar en un país como la Siria de los leones» (apelativo utilizado para designar a los al-Asad. Se trata del significado plural del apellido de la dinastía gobernante en Siria desde que el padre del actual presidente diera un golpe de Estado en 1970). 

Wannous se hace eco del poder alawí —minoría confesional a la que pertenecen buena parte de los dirigentes del país y la práctica totalidad de su servicios de seguridad— como motor evocador del miedo en la sociedad siria, inspirado incluso por las personas que hablan con lo que llama «acento alauita», ese acento «capaz de transformar a una persona sencilla, modesta y oprimida, en un potentado (…). Ese acento es una identidad, y no cualquier identidad. Es la identidad del poder absoluto, la identidad del déspota y del tirano. La identidad del terror, del pánico y de lo desconocido». 

En este Archipiélago Gulag de «los leones», el régimen se ha servido igualmente del uso de la fuerza contra su propia población como instrumento de terror para acallar la disidencia y como forma de escarmiento para el futuro. De esta manera, el miedo se transmite de generación en generación. El padre de Sulaima había huído con su familia a Damasco desde su Hama natal. La ciudad, la tercera más importante de Siria, se hizo tristemente famosa en la historia contemporánea del país después de que el ejército la bombardeara durante días para eliminar una protesta dirigida por los Hermanos Musulmanes en 1982, lo que provocó la llamada «masacre de Hama», donde se estima que fueron asesinadas entre veinte mil y cuarenta mil civiles, según las fuentes. Sin embargo, su padre no consiguió nunca desprenderse del temor a que su lugar de nacimiento lo condenara ante los ojos del régimen. «(…) mi padre, a pesar de la fotografía que tenía colgada en la pared de su consulta y del humillante silencio que guardaba y que mi madre le recordaba sin cesar, siempre tenía miedo por si no le creían». 

La pequeña Sulaima imagina a su padre y a su único hermano siendo humillados y torturados —la propia autora de niña soñaba que sus padres desaparecían—, incluso, ve a su padre besándole los pies a un oficial, aunque de mayor piensa que esto último es un recuerdo real, ya que «en todo momento, a lo largo del día, hay un sirio que se pone de rodillas y es forzado a besarle los pies a un oficial cualquiera». Años más tarde, la experiencia se vuelve a repetir y Nasim pierde a su madre y a su hermana en el bombardeo de su casa en Homs, destruida desde sus cimientos por el ejército sirio durante la presente guerra. Su padre sobrevive aunque queda paralítico y se vuelve loco al despertarse y enterarse de lo que ha pasado. Nasim escribe esquelas de sus seres queridos anticipando su muerte y se ha tatuado su nombre, fecha de nacimiento y dirección para no convertirse en un cadáver anónimo si es alcanzado en un bombardeo… La locura aparece a lo largo de las páginas del libro como consecuencia última del miedo, como mecanismo de defensa espiritual ante un terror que no podemos entender ni soportar. 

El miedo a la enfermedad permea también las vidas de los personajes de esta novela, reflejo de la propia experiencia de la autora cuyo padre —dramaturgo de profesión— falleció tras una larga enfermedad. El padre de la mujer sin nombre del «Manuscrito de Nasim» —también escritor— muere como consecuencia de un cáncer. Cuando le anuncian que a su padre le quedan sólo tres meses de vida, su temor se acelera sin límites: «Desde la mañana hasta la tarde vivía intensamente al ritmo de un miedo que se estaba formando en mi subconsciente, cuyos síntomas se acumulaban y agravaban sin medida». Con el estallido de la guerra actual, Sulaima teme que su madre caiga enferma durante la guerra debido a la falta de medicamentos y de camas en los hospitales… Pero el miedo no sólo merma la capacidad de las personas para vivir una vida normal, sino que les conduce incluso al impasse espiritual. Sulaima es una pintora que no puede pintar. La mirada de su madre permanece detenida en la misma página del mismo libro durante años. La mujer sin nombre es una escritora que no consigue producir una frase. Nasim sólo es capaz de crear una historia que en realidad reproduce de alguna forma la vida real de su amiga, porque «Cada vez que empezaba una nueva novela, se hundía en su propia historia y en la de sus padres, entonces tiraba lo que hubiera escrito y volvía a empezar»

Los que tienen miedo es la crónica de una sociedad subyugada por el temor, el retrato de unos ciudadanos amedrentados por la posibilidad de ser delatados por sus vecinos, espiados por sus familiares, humillados, encarcelados, torturados, desaparecidos… hasta que el miedo se convierte en una forma de vida, hasta que el miedo al miedo —la forma más terrible del espanto— anega su ser. «La espera del miedo resulta más difícil que el propio miedo. Estar en prisión es más fácil que tener miedo. Y, generalmente, el miedo es menos difícil que el miedo al miedo». En esta novela, Dima Wannous ha sabido reflejar con maestría las consecuencias de vivir en una sociedad intimidada, al tiempo que explora la relación entre el temor y la salud mental de sus habitantes. Se trata de uno de los primeros testimonios sobre la guerra actual en Siria, y es en ese sentido pionera en plasmar el impacto colectivo de un conflicto que no sólo no ha conseguido acabar con el régimen de «los leones», sino que ha provocado más de 400.000 muertos, cinco millones y medio de refugiados y más de seis millones de desplazados. Un terror que, sin duda, forma ya parte de las nuevas generaciones de sirios, como un meme inoculado en el ADN de toda la sociedad.

 

Por Natalia Arce