Foto: Gianluigi Guercia, AFP
La entrada del nuevo año ha traído consigo la incorporación oficial de Egipto, Irán, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos —además de Etiopía— a los BRICS, el bloque de economías emergentes que nació hace tres lustros y que con estas adhesiones pasa a doblar su tamaño. Aunque han transcurrido apenas dos semanas desde la firma del acuerdo el pasado 1 de enero, se espera que el ingreso de algunos de los mayores productores de energía del mundo a este club tenga un impacto importante en su alcance y funcionamiento y, posiblemente, en la geopolítica mundial. Pero veamos primero de qué trata este bloque.
¿Qué son los BRICS? De fonética similar a la palabra “ladrillos” en inglés, BRICS es una organización intergubernamental cuyo acrónimo se corresponde con las iniciales de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, naciones denominadas en términos económicos como mercados emergentes. El bloque inicial se constituyó en 2009, uniéndose al mismo Sudáfrica un año más tarde. La iniciativa ha contado desde su incepción con detractores y adeptos, pero sea cual sea el punto de vista, un repaso somero a las estadísticas por sí solo puede servir para explicar la lógica tras esta unión. El grupo originario de países fundadores representa el 42% de la población y el 30% del territorio mundiales. Contribuye asimismo el 23% del Producto Interior Bruto mundial y el 18% del comercio internacional. Se trata pues de un bloque formidable. ¿Cuál es pues el propósito de esta iniciativa?
¿Por qué se creó el bloque? Según los analistas, el objetivo principal de esta unión es servir como catalizador para reformar las instituciones multilaterales creadas por Occidente tras la Segunda Guerra Mundial y que gestionan el sistema económico global, regulando el libre comercio, las finanzas, etc., tales como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial, entre otras.
Muchos países del llamado Sur Global consideran que estas instituciones se han quedado obsoletas, ya que no representan su verdadero peso ni sus intereses, obstaculizando por tanto una integración más plena de los mismos en la economía mundial. Los BRICS pretenden potenciar la reforma de la gobernanza global, dando así impulso a un mundo multipolar en el que el Sur Global pueda tener un papel más relevante y acorde a su crecimiento económico. En este sentido, es también importante el apoyo del bloque a la ‘desdolarización’ del sistema monetario internacional, es decir, no depender exclusivamente del dólar como moneda de reserva y transacciones internacionales, mediante, por ejemplo, el aumento del comercio bilateral en monedas locales.
En definitiva, se trata de una alianza que potencia los intereses comunes y la cooperación multilateral para conseguir abrir más los mercados, incentivar el intercambio de tecnología y conocimientos, fomentar las inversiones, diversificar las economías y lograr una mayor integración en la economía mundial en un sistema más favorable a sus intereses.
Si la crisis financiera de 2008 sirvió como acicate para la creación de los BRICS, la guerra de Ucrania ha impulsado su posterior expansión, al crear de nuevo un escenario de incertidumbre económica. ¿Qué aportan pues los nuevos miembros al grupo ya existente?
¿Por qué se ha expandido al norte de África y Oriente Próximo?
Aunque más de veinte países presentaron su candidatura o expresaron su interés en unirse a los BRICS, en esta ocasión solo cinco de ellos han sido oficialmente admitidos (Argentina fue también invitada, pero el gobierno entrante de Javier Milei rehusó entrar en el bloque). Si bien se desconocen los criterios exactos para la selección de las cinco nuevas incorporaciones a los BRICS —llamado ahora BRICS Plus—, de nuevo una mirada a las características de los países escogidos puede ayudar a explicar la lógica de la elección.
Tanto Arabia Saudí como Emiratos Árabes Unidos son grandes exportadores de energía a los consumidores asiáticos, a lo que se suma Irán como potencia exportadora de petróleo y gas. Egipto, además de ser un aliado estratégico en la región, controla el Canal de Suez, infraestructura crítica para el comercio global, como estamos viendo estos días con la crisis del mar Rojo. Etiopía por su parte, además de ser el país más poblado del Este de África, ha experimentado un crecimiento rápido en los últimos años. Todos ellos contribuyen significativamente al bloque, al tiempo que esperan beneficiarse de una alianza cuyo valor y nivel de actividad económica no paran de aumentar. Ahora bien, ¿qué impacto tendrá esta ampliación a nivel político, económico, regional e, incluso, global?
¿Cuál es el impacto potencial de esta ampliación?
Aunque es aún demasiado pronto para extraer conclusiones definitivas sobre el impacto futuro de la expansión de los BRICS al norte de África y Oriente Próximo, parece evidente que el hecho mismo de producirse está teniendo reverberaciones en los cálculos geopolíticos a nivel regional e incluso global. El debate ha sido además alentado por el hecho de que otros países de la región —entre los que se encuentran Argelia, Bahréin o Kuwait— han solicitado también su adhesión formal. A nivel regional, el debate pasa por plantearse el futuro de otras asociaciones como la Liga Árabe o el Consejo de Cooperación del Golfo. Desde el punto de vista de las relaciones internacionales, el afianzamiento y expansión de los BRICS es una indicación más de que la irrupción de un mundo multipolar es ya una realidad difícil de ignorar.