Imagen: Vista de la Basílica de la Natividad en Belén.
Oriente Próximo alberga algunas de las comunidades cristianas más antiguas del mundo, remontando en muchos casos sus orígenes a las primigenias congregaciones de creyentes que fueron surgiendo tras fundarse la nueva religión, precisamente en esa región.
Según las estimaciones de la World Christian Database, en 2020 había casi 19 millones de cristianos en Oriente Próximo o un 4,2% de la población total. Este porcentaje ha sufrido un declive desde la década de los 70 del siglo pasado, cuando conformaban el 6,1%, debido fundamentalmente a la emigración y a unas menores tasas de natalidad. No obstante, la presencia de la población cristiana en Oriente Próximo ha sido persistente en los dos últimos milenios, en variantes que van desde los coptos ortodoxos de Egipto o los maronitas del Líbano, a la Iglesia apostólica armenia de Irán o los caldeos de Iraq, aunque las tradiciones eclesiásticas se extienden más allá de las fronteras de las actuales naciones-Estado. Los cristianos de Siria, por ejemplo, pertenecen a las Iglesias ortodoxas orientales como la ortodoxa griega y la siríaca, y también hay comunidades católicas y caldeas.
La larguísima historia de los cristianos en Oriente Próximo, la influencia de las tradiciones locales y la convivencia con otras comunidades han producido un rico legado cultural que, sin duda, se ve reflejado en las diferentes costumbres y ritos de cada congregación. Esta diversidad quiere decir que no hay un solo modo de celebrar la Navidad.
Quizás la más conocida de entre todas las celebraciones a nivel internacional es la que tiene lugar en Belén, localidad palestina de Cisjordania donde se ubica el nacimiento de Cristo y que atrae a miles de cristianos de todo el mundo. Una procesión encabezada por el patriarca latino de Jerusalén parte de esa ciudad para unirse también a los festejos. Además de la ceremonia religiosa en la Basílica de la Natividad, un gran desfile musical recorre las principales calles el día de Nochebuena y un enorme árbol de Navidad decora la Plaza del Pesebre. La comida de Navidad de los cristianos palestinos tradicionalmente incluye qidreh, un plato de arroz y cordero con garbanzos y dientes de ajo enteros. Para acompañar, se suele tomar sahlab, una bebida caliente y dulce a base de agua de rosa y nueces, que se sirve con trozos de queso frito crujientes dentro de una tortita de sémola, llamada qatayef.
Pese a que 2022 atrajo un aluvión de peregrinos a Belén después de dos años de escasa afluencia tras la pandemia de COVID 19, este año los líderes cristianos y las autoridades municipales han anunciado la cancelación de las celebraciones públicas de la Navidad en solidaridad con los miles de muertos causados por la ofensiva militar israelí. Solo los ritos religiosos serán mantenidos. Iniciativas similares han sido igualmente emprendidas por Jordania, Jerusalén y otras localidades de la región.
En Siria, cuya población cristiana se estima en alrededor de medio millón de personas (un marcado descenso desde los 2 millones antes de la guerra), las familias se reúnen el día de Nochebuena alrededor de una candela y se recitan salmos. Una vez se han apagado las llamas, cada miembro de la familia salta sobre las cenizas y pide un deseo. Esta tradición es seguida también por los cristianos de Iraq. La mañana del día de Navidad, se asiste a misa y a una procesión festiva. En cuanto a los regalos, no es Papá Noel el encargado de repartirlos. Según la tradición local, al llegar los tres camellos a Belén con sus majestades los Reyes de Oriente en sus lomos, Jesucristo observó que el más pequeño de ellos se encontraba exhausto. En agradecimiento a su esfuerzo, lo premió haciéndolo inmortal. Desde entonces, los niños de estas comunidades esperan impacientes la llegada del camello con sus regalos, y le dejan cuencos con heno como refrigerio.
Con mucho, la comunidad cristiana más numerosa se encuentra en Egipto, donde se estima que constituye alrededor del 10% de la población (unos diez millones de personas), de los que el 90% pertenece a la Iglesia copta ortodoxa. Los coptos ortodoxos celebran el nacimiento de Cristo el 7 de enero —equivalente al 25 de diciembre en el calendario juliano al que continúan adhiriéndose, más antiguo que el gregoriano que siguen las Iglesias cristianas occidentales—. Es costumbre ayunar durante 43 días antes de esa fecha en los que se observa una dieta estrictamente vegana. El ayuno se rompe el mismo día 7 por la noche tras la misa de Navidad, con una suculenta comida especial cuyo plato estrella es el Fattah, hecho a base de pan de pita, arroz, caldo y cordero. Son típicas también unas pequeñas galletas dulces llamadas Kahk, que la gente suele llevar como regalo.
Existen otras muchas variantes locales, frecuentemente vinculadas más a las tradiciones de cada lugar que a diferencias teológicas. En Líbano, por ejemplo, donde los cristianos representan alrededor de un tercio de la población, es típico el uso de brotes verdes como decoración navideña. Para obtener los retoños, dos semanas antes de las celebraciones se colocan legumbres en una bandeja sobre algodón empapado en agua y, al germinar, se utilizan para adornar altares, casas o en las escenas del nacimiento.
La riqueza de los ritos y costumbres que prevalece en las celebraciones navideñas en Oriente Próximo demuestra que es posible preservar tradición y diversidad en un mundo globalizado que tiende a homogenizar incluso las fiestas.